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El 3 de abril de 1979, se convirtió en una efeméride importante para la historia de España, fue el día que tuvieron lugar las primeras elecciones municipales de la etapa democrática, tras el refrendo mayoritario del pueblo español a la Constitución de 1978.

La formación más votada en Andalucía en aquel momento fue Unión de Centro Democrático que se hizo con el 31,6% de los sufragios, la segunda fuerza política más respaldada por los andaluces fue el Partido Socialista Obrero Español con un 29,8% de los votos. Hasta el pasado 19 de junio, ese porcentaje había sido el más bajo de los resultados obtenidos por el PSOE en Andalucía.

Con un 24,09%, la candidatura de Juan Espadas se proclamaba, al igual que ocurriera en 1979, como la segunda fuerza más votada en Andalucía, pero con un respaldo de cinco puntos porcentuales menos que sus antecesores en el primer año de democracia.

Nada que ver con los resultados logrados por la candidatura de Manuel Chaves en enero de 2004, cuando los socialistas lograron el apoyo de 2.260.545 andaluces a pesar de llevar el PSOE 22 años en el gobierno de Andalucía. Esas elecciones también marcaron un hito histórico para un PSOE al que parecía no afectarle el desgaste ni el paso de los años, quizás porque los últimos lustros del siglo XX aún el pueblo andaluz tenía muy presente a esa derecha cercana al dictador que veían reflejada en el Partido Popular.

Pero esa fatiga, empezó a hacer mella en los comicios de 2012, unas elecciones en las que los socialistas se dejaron por el camino 650.373 sufragios, con la candidatura de José Antonio Griñán, que había terminado la anterior siendo presidente al sustituir a Manuel Chaves que fue nombrado por José Luis Rodríguez Zapatero, vicepresidente tercero del gobierno de España. Ese momento será recordado como el destape de la corrupción del gobierno del PSOE en Andalucía, desde ahí, comenzó la caída amortiguada de los socialistas de Andalucía. 

La crisis abierta tras la sucesión de Chaves, la fatiga después de un período tan largo de dominio socialista (37 años), marcado por la corrupción y la reorganización del espacio a la izquierda del PSOE podrían ser dos motivos con suficiente peso para lograr entender qué ha ocurrido con el partido más votado de la historia de Andalucía.

Apuntar solo a estas causas sería quedarnos en lo estrictamente superficial y no hablar de lo que muchos expertos consideran como la desmotivación del voto de izquierdas en la región.

El cuarto motivo tendría que ver con la ruptura del estereotipo de señorito andaluz que lastraba y restaba credibilidad a Javier Arenas y que al PP le ha costado más de una década sacudirse de la chaqueta, hasta el punto de que Moreno Bonilla, obtiene un 5,8 en su gestión al frente del gobierno de Andalucía por parte de los votantes tradicionalmente socialistas, según el último barómetro publicado por el CIS.

Por otro lado, nadie puede negar el esfuerzo y el tesón de los equipos provinciales del PSOE en Andalucía, lo hemos visto en la campaña electoral que han desarrollado en Cádiz, han estado con “pico y pala” excavando en busca del voto perdido hasta en el rincón más recóndito de la provincia.

Han desplegado toda su artillería, reuniones de trabajo, paseos, buzoneo, notas de prensa, asistencia a debates, caravanas, mítines, visitas de los más altos cargos institucionales, aunque se ha echado de menos a Pedro Sánchez, quizás porque con la que está cayendo en el gobierno de la nación, no convenía pasearlo mucho.

Es más, se podría decir que este sprint final puede que haya frenado unos resultados aún peores no solo por la criticada gestión de Pedro Sánchez como presidente del gobierno, sino por la oscura sombra de la grave corrupción que han sufrido los andaluces durante décadas y que ha empañado la credibilidad del proyecto socialista.

La imputación de Carmen Ibanco, mujer de Espadas, en el caso FAFFE, hacía imposible no recordar los millones malversados por algunos miembros del partido socialista en Andalucía, que en lugar de ir a ayudar a los parados terminaron gastados en drogas, enchufados y clubs de alterne.

Al igual que VOX no ha sabido poner en valor a su candidata a la Junta de Andalucía, el PSOE no ha sabido pasar página eligiendo a Juan Espadas para encabezar su lista.

Un candidato sin pasado político relacionado con la corrupción, una cara nueva, desconocida y un acto de contrición ante los andaluces condenando duramente lo ocurrido con el compromiso contundente de atacar y eliminar cualquier conato de corrupción, podría haber dado a la formación de izquierdas una segunda oportunidad, que, si bien no le habría permitido volver a gobernar, sí que les hubiera ayudado a empezar de cero y comenzar la reconquista del corazón de los andaluces.

Harina de otro costal, son las formaciones a la izquierda del PSOE, que por mucho que cambien de nomenclatura, sus resultados siempre se encuentran entre 400.000 y 600.000 sufragios.

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Algo similar a lo que ocurre con VOX, tal y como se puede observar en la siguiente gráfica:

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449.658 votos son el sumatorio de sufragios obtenidos por las formaciones de ultraizquierda  (Por Andalucía y Adelante Andalucía) en los comicios andaluces, la mitad de los resultados cosechados por el PSOE y 44.274 papeletas menos que las obtenidas por VOX en estos comicios, que logró hacerse con la confianza de 493.932 votantes.

La fragmentación de las izquierdas parece haber tenido un efecto más negativo que positivo, ya que la escisión de Adelante Andalucía de Podemos que tuvo como consecuencia la división de la coalición de izquierdas en dos candidaturas, la de Teresa Rodríguez por Adelante Andalucía y la de Inmaculada Nieto en la coalición “ Por Andalucía” ha provocado que se pierdan 134.382 votos por el camino.

De nada han servido la estrategia desarrollada por cada una de las coaliciones durante la campaña electoral, a pesar de que hemos visto planteamientos novedosos en su puesta en escena, a la hora de frenar la sangría del voto de izquierdas, quizás, porque esta tierra, sea una tierra moderada de gente que huye de la confrontación y que quiere vivir y trabajar en paz, sin sobresaltos y sin enfrentamientos estériles que nada aportan al futuro de una tierra de gente humilde, trabajadora que tan solo desea que quiénes gobiernen a esta gran región se preocupen en mejorarles un poco la vida.

Así, que tal y como ocurriera en 1979, cuando los andaluces votaron mayoritariamente a los candidatos de Unión de Centro Democrático para que gestionaran sus municipios, en 2022, las nuevas generaciones también han dejado claro que quieren un equipo moderado al frente del gobierno andaluz y no posiciones encontradas y extremas

 


Ana María Ros Domínguez

Consultora en estrategia digital de negocio y comunicación política.
Análisis y diseño web. Formadora en competencia digitales.
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