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En una medida inédita durante la Semana Santa de Cádiz, la Hermandad de la Vera Cruz optó por no exponer las tallas de sus Titulares ni el patrimonio del paso de misterio del Santísimo Cristo de la Vera Cruz y del paso con el nuevo palio de Nuestra Señora de la Soledad, debido a las condiciones meteorológicas adversas. Sin embargo, la hermandad decidió procesionar con la parihuela del Santo Lignum Crucis, pieza central de su devoción, acompañada por la Banda de Música Maestro Enrique Montero, que originalmente iba a acompañar a Nuestra Señora de la Soledad.

La Capilla Lignum Crucis, que habitualmente acompaña al Santísimo Cristo de la Vera Cruz, en esta ocasión tuvo el rol de abrir paso a la Cruz de Guía. Esta decisión de la Junta de Gobierno de la hermandad suscitó diversas reacciones entre los cargadores y los ciudadanos que esperaban la salida de la procesión.

La decisión de procesionar sin los Titulares, elementos centrales en la veneración de una cofradía, y optar en su lugar por llevar a cabo la Estación de Penitencia en la Santa Iglesia Catedral con el Santo Lignum Crucis, destaca un aspecto fundamental de la Semana Santa: la adaptabilidad y la profundidad espiritual de estas tradiciones. Aunque los Titulares representan figuras clave en la devoción de los fieles, la presencia del Santo Lignum Crucis en la procesión enfatiza el mensaje central de sacrificio y redención inherente a la Semana Santa.

Este enfoque subraya la capacidad de la comunidad y de la hermandad para mantener su fe y devoción, incluso cuando las circunstancias impiden la participación de los elementos tradicionales. La Estación de Penitencia en la Catedral, con la parihuela del Santo Lignum Crucis, refuerza el propósito esencial de la Semana Santa, que es conmemorar y reflexionar sobre la Pasión de Cristo, más allá de la presencia física de las imágenes que suelen protagonizar estas celebraciones.

Así, la hermandad demuestra que el núcleo de su fe y su compromiso con las tradiciones no reside únicamente en los aspectos visuales o estéticos, sino en el significado profundo y la conexión espiritual con la historia y los fundamentos de su creencia. Esta adaptación, lejos de disminuir la solemnidad o el significado de la procesión, ofrece una perspectiva renovada sobre la esencia de la Semana Santa, centrando la atención en el simbolismo y la enseñanza que emana del Santo Lignum Crucis, que es, en última instancia, un recordatorio del sacrificio redentor de Cristo por la humanidad.

El Santo Lignum Crucis, núcleo de la devoción y fundamento de las Hermandades y Cofradías de la Vera+Cruz, simboliza el culto público al madero donde fue crucificado Jesús de Nazaret. Este culto tiene sus raíces en la tradición que cuenta cómo Santa Elena, en Jerusalén, descubrió la verdadera cruz de Cristo, evento que marcó la distribución de numerosos fragmentos de la cruz, conocidos como "Lignum Crucis", por todo el mundo.

Tras su hallazgo en el año 335 d.C., la cruz se dividió en tres partes: una permaneció en Jerusalén, otra fue enviada a Roma, y la última a Constantinopla. La porción de Jerusalén fue robada por los persas pero recuperada y devuelta por el emperador Heraclio en el 628 o 629 d.C., en un acto simbólico donde solo pudo ingresar a Jerusalén despojándose de sus vestiduras reales, siguiendo el consejo del obispo Zacarías.

Históricamente, la Hermandad de la Vera Cruz de Cádiz poseía una astilla del Lignum Crucis, perdida tras los eventos del primer cuarto del siglo XX. Aunque la hermandad se vio privada de esta reliquia, continuó venerando la Santa y Vera+Cruz, especialmente durante sus fiestas más importantes. En los años 80, gracias a la relación con el Cabildo Catedral, la hermandad tuvo el honor de procesionar un "pasito" del Lignum Crucis durante la Procesión Eucarística del Corpus Christi y en su Solemne Función Principal de Instituto el segundo domingo de Cuaresma.

Más tarde, el Cabildo decidió que el Lignum Crucis debía presidir el manifestador del baldaquino de la Catedral, dedicada a la Santa Cruz sobre las Aguas, lo que llevó a la hermandad a venerar otra reliquia del Santo Madero, propiedad de una familia gaditana cercana a la hermandad.

En 1998, se tomó la decisión de incorporar esta reliquia en el cortejo procesional de la hermandad, inicialmente llevada por un hermano con las manos veladas y escoltada por cirios alusivos a la Pasión y Muerte de Cristo. Posteriormente, se optó por procesionar la reliquia en parihuela, primero en un carro del Convento de San Francisco y luego en andas adaptadas de madera.

En el 450º aniversario de la hermandad, se estrenaron nuevas andas en orfebrería para la reliquia, financiadas por miembros de la hermandad y creadas por el taller de Antonio García Falla. Estas andas se bendijeron y se estrenaron en una procesión hasta la Santa y Apostólica Iglesia Catedral, donde presidió la Misa Estacional de clausura de la XXXIII Peregrinación Nacional de Hermandades y Cofradías de la Vera+Cruz, integrándose permanentemente en el cortejo procesional de la hermandad.

 


 

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