Contrario a lo que podría pensar el lector más apresurado, no, este no es un guion de película sobre abuelos que deciden pasárselo en grande tras su jubilación. Es, en cambio, una crónica policial que tiene como protagonistas a una pareja de avanzada edad y un bote de spray rosa. Su obra maestra: la fachada de la icónica casa de Rocío Jurado, situada en la avenida Nuestra Señora de Regla en Chipiona.
En un episodio que nos hace cuestionar qué demonios sucede con los planes de pensiones o los cruceros para mayores, la pareja decidió optar por el "arte urbano" como forma de entretenimiento nocturno. "Ya somos mayorcitos para andar realizando pintadas", advierte la Policía Local, que intenta dar con la pareja en una suerte de búsqueda del tesoro digna de una película de espías, pero con jubilados.
El arte no entiende de edades, pero el vandalismo sí debería. Pasada la medianoche, la mujer sacó un bote de spray rosa de una bolsa de plástico y dejó su mensaje en letras grandes: "Marea fucsia". Después, como si de Bonnie y Clyde de la tercera edad se tratara, la pareja se alejó caminando lentamente por la acera. Uno no puede evitar preguntarse, ¿qué será lo siguiente? ¿Un flashmob en el bingo?
Pero este acto de desenfreno senior no está exento de consecuencias. La policía no solo cuenta con un vídeo grabado por un testigo casual, sino que también tienen en su poder las imágenes de las cámaras de tráfico y la descripción del vehículo en el que la pareja se retiró del "crimen". Por este "acto artístico", los atrevidos abuelos se enfrentan a una multa de 600 euros por deslucimiento de bienes, y al coste adicional de borrar su declaración fucsia de la pared de la casa de Rocío Jurado, donde también se encontró una segunda pintada que decía: 'Rocío, yo sí te creo'.
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