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La Unidad de Rehabilitación Cardiorrespiratoria del Hospital Universitario de Puerto Real ha desarrollado estas últimas semanas dos charlas destinadas a pacientes que han sufrido eventos cardíacos, en el marco de su programa de atención multidisciplinar.

A la primera charla de educación para la salud se citó a 30 pacientes con cardiopatía isquémica y valvulares, así como con insuficiencia cardíaca de riesgo bajo, moderado y alto. Asimismo, se invitó a ‘Corazón sin Fronteras’ de Chiclana con la idea de que la unidad trabaje conjuntamente con esta asociación. 

En este encuentro, a cargo de la fisioterapeuta María José Griñolo y el enfermero Joaquín Braojos se abordó la importancia de la rehabilitación cardíaca después de un evento para que el paciente intente corregir sus factores de riesgo y que lleve una vida saludable, basada sobre todo en buenos hábitos alimenticios, no fumar y, sobre todo, el ejercicio, por ejemplo caminar, para que pueda incorporarse lo mejor posible a su vida cotidiana.

En otra charla, que reunió a 25 personas, la psicóloga del Hospital de Puerto Real Verónica, incorporada a la Unidad de Rehabilitación Cardiorrespiratoria, abordó las emociones en el pacientes cardiológico. 

Esta unidad del hospital portorrealeño está compuesta por un equipo interdisciplinar: el jefe de la unidad es Eduardo Martínez, cardiólogo; Inmaculada Pérez es rehabilitadora; María José Griñolo, fisioterapeuta; Rebeca Pérez, auxiliar de Enfermería; Joaquín Braojos Ruiz, enfermero; y la colaboración de la también cardióloga Miriam Martín.

Este recurso cuenta con un programa de atención multidisciplinar que comprende una valoración cardiológica previa, en la que evalúa el riesgo del paciente, así como el desarrollo de un plan de rehabilitación individualizado. Dicho plan incluye, entre otros elementos, un programa de ejercicio físico y la educación del paciente orientada hacia el control de los diversos factores de riesgo vascular, como son el tabaquismo, obesidad, hábitos dietéticos y de actividad física o el control del estrés.

El programa se asocia a una serie de beneficios pronósticos que persisten con el paso de los años. Es el caso de la reducción significativa de la mortalidad global, de la mortalidad cardiovascular y de la necesidad de hospitalización por insuficiencia cardíaca o reingresos hospitalarios tras un intervencionismo coronario percutáneo, influyendo tanto en un mejor pronóstico de los pacientes como en su calidad de vida.

 


 

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