Horas de incertidumbre y una iglesia de comunidad más unida que nunca. Ya tenemos nuevo Papa: León XIV, antes conocido como Robert Francis Prevost, un cardenal estadounidense con pasado de misionero en Perú. Es el primer Papa nacido en EE.UU., y su elección ha llamado la atención en todo el mundo. Pero más allá del dato histórico, la gran pregunta es: ¿seguirá el rumbo que marcó el Papa Francisco o tomará otro camino? Prevost no llega de la nada. Fue parte del círculo de confianza de Francisco, quien lo nombró responsable del Dicasterio para los Obispos (una oficina clave en el Vaticano) y luego lo hizo cardenal. Esa cercanía hizo pensar que su elección sería una forma de asegurar la continuidad del proyecto de Francisco: una Iglesia más abierta, más cercana a la gente y menos encerrada en las reglas.
Pero ser cercano a alguien no siempre significa pensar igual. Y en sus primeras palabras como Papa, León XIV ha sonado correcto, tranquilo… e incluso se ha presentado con una indumentaria diferente a como Francisco se presentó en 2013. No mostró señales claras de que quiera seguir empujando los cambios que Francisco inició. Y eso preocupa. Durante su tiempo como Papa, Francisco abrió debates difíciles: habló del rol de la mujer en la Iglesia, enfrentó con más decisión los abusos sexuales, puso el foco en la crisis ambiental y en los más pobres. No todos estaban de acuerdo con él, claro. De hecho, hubo resistencias fuertes dentro del Vaticano. Ahora muchos se preguntan si León XIV será un freno elegante a todo eso.
Por otro lado, varios medios de comunicación están desvelando un pasado poco agradable de Robert Francis en su época como obispo de la Diócesis de Chiclayo en Perú. Según el medio digital El Cronista, “durante su tiempo en Chiclayo, Robert Prevost fue acusado de encubrir a sacerdotes implicados en abusos sexuales, pese a haber recibido denuncias directas de las víctimas en 2022 y contar con una supuesta confesión de uno de los implicados, sin que se iniciara una investigación previa durante su mandato.”
La Iglesia tiene hoy enormes desafíos: la pérdida de fieles, la falta de vocaciones, la desconexión con los jóvenes, y una imagen dañada por los escándalos. No alcanza con administrar bien. Hace falta seguir cambiando, hablar claro, abrir puertas. Y eso requiere coraje. ¿Lo tiene León XIV? Ojalá. Pero por ahora, sus primeras señales son más de calma que de valentía. Si solo viene a mantener lo que hay —o a congelar lo que se empezó a cambiar—, el riesgo es que la Iglesia se quede otra vez hablando para pocos… mientras el resto del mundo sigue adelante.
David Rodríguez
Foto ilustrativa: Vatican News
Envíanos tus vídeos, fotos, denuncias y noticias por WhatsApp (645 33 11 00)