A las 18:07 horas, en la cuarta votación, se ha producido la esperada Fumata Blanca desde la Capilla Sixtina, señalando que el Cónclave ha llegado a un acuerdo y ha elegido al nuevo Papa. Este símbolo de humo blanco, generado a partir de la quema de las papeletas con los votos de los cardenales, marca el final del proceso electoral papal y es el anuncio de que la Iglesia Católica tiene ya un nuevo líder. Miles de fieles se encuentran reunidos en la Plaza de San Pedro, esperando con gran expectación la confirmación oficial de la elección del nuevo pontífice.
Una vez que la Fumata Blanca se ha dejado ver en el cielo, comienza un silencio expectante en la plaza. Es el momento de la proclamación oficial, un acto solemne que se realiza desde el balcón central de la Basílica de San Pedro. El protodiácono, el cardenal de mayor antigüedad en el Colegio de Cardenales, será el encargado de realizar el anuncio formal. Con su aparición en el balcón, el protodiácono pronunciará la tradicional exclamación "Habemus Papam", lo que significa "Tenemos Papa". Inmediatamente después, dará a conocer el nombre completo del nuevo Papa, así como el nombre que ha elegido para su pontificado.
El anuncio es seguido por la aparición del nuevo Papa en el balcón. En este momento, el Papa saluda a la multitud de fieles que lo han estado esperando y, a continuación, ofrece su primera bendición Urbi et Orbi, un acto tradicional que representa una bendición a la ciudad de Roma y a todo el mundo. Esta bendición es el primer gesto público del nuevo Papa y simboliza su nuevo rol como líder espiritual global.
Este proceso, cargado de tradición y de un profundo simbolismo, marca el inicio de un nuevo capítulo en la historia de la Iglesia Católica. Desde la Fumata Blanca hasta la aparición del nuevo Papa, cada paso está impregnado de rituales que subrayan la solemnidad de la elección y la importancia de este evento para los católicos de todo el mundo.
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