Agustín Rubiales Plaza

Un nutrido grupo de personas, asociaciones, diferentes colectivos del Carnaval de Cádiz y la Semana Santa han propuesto a Agustín Rubiales Plaza como candidato a la distinción de la Medalla de Andalucía, Bandera de la Provincia de Cádiz y Medalla de la Provincia de Cádiz que concede la Diputación.

Estas distinciones de Andalucía y la provincia se conceden a personas con una admirable colaboración y ejemplariedad, y es donde entraría la figura de este empresario gaditano, por ser una "persona solidaria donde los haya, donde en innumerables ocasiones ha ayudado de una forma totalmente altruista a personas que lo han pasado mal, cediendo incluso pisos a personas desahuciadas, personas sin hogar, personas que pasando la enfermedad de cáncer y situaciones límites; les ha ayudado en todo lo que necesitan, y su mano abierta a quien lo necesite", comentan en una nota de prensa.

Agustín Rubiales es además colaborador en el Carnaval de Cádiz y la Semana Santa.


Sobre Agustín Rubiales Plaza y argumentos para que le concedan las distinciones

Agustín Rubiales Plaza (Cádiz, 27 de enero de 1957) nació en la calle Soledad 32 y vivió sus primeros años en la calle Sacramento, 73, cerca del Falla. Actualmente, el matrimonio tiene tres hijos: Sonia, Arturo y Agustín (los dos varones trabajan en la empresa de construcción con él). A los 61 años recién cumplidos, ya es abuelo de siete nietos.

A los 18 años, se casó, en la parroquia de San José, con Salvadora González Bauzamayor, que se había quedado embarazada.

Al quedarse embarazada, su señora, Salvadora, tenían la ilusión de traer al mundo un hijo, lleno de ilusiones, como jóvenes que eran, tienen un durísimo golpe, que marcaría parte de su vida…ese niño se iba a llamar Francisco, nació el 24 de septiembre de 1975 en la Residencia Fernando Zamacola. Al día siguiente, lo llamaron para decirle que el bebé había fallecido. Le pidieron que no lo viera, para no sufrir más.

Agustín era un chaval de 18 años, ingenuo, que entonces no tuvo ninguna sospecha; pero, con el tiempo, le quedó la duda de qué pasó realmente aquel día. Por eso, es socio de SOS Bebés Robados, antiguo tesorero y uno de los socios primerizos de Cádiz.

Cuando se casó, vivió en una habitación de 14 metros cuadrados en la Casa Lasquetty, en el barrio de Santa María. En aquel tiempo, era una infravivienda, en la que los vecinos malvivían.

Cuando falleció su padre, quien le enseñó la profesión de albañil, vivía de su trabajo, de todo lo que le salía, para dar de comer a su familia. Desde su adolescencia, Agustín Rubiales tuvo una ajetreada vida laboral. A los 16 años trabajaba en una contrata de Astilleros, sin seguros.

Modificaron los datos para aparentar que era mayor, necesitaba trabajar y le ayudaron. Después trabajó en la droguería Admirable, de la Plaza Esquivel, y en los almacenes Oliva. Su siguiente empleo lo consiguió en la empresa de contenedores Sealand.

Se iba a trabajar al muelle pesquero, a los camiones frigoríficos, donde le pagaban entre 700 y 300 pesetas, pasando días y noches con mucho frío…

Rubiales fue desahuciado con 21 años de Santa María, 11. Con dos hijos se vio en la calle por no poder pagar 8.000 pesetas. Fue gracias al cura de la Parroquia de la Merced, del barrio de Santa María, que le pagó los recibos y pudieron volver a casa.

Para este gaditano aquel momento de su vida fue una bendición y desde entonces todo ha venido rodado, su situación económica cambió, gracias a sus esfuerzos y duro trabajo, es la gran persona que hoy es, e inculca a sus hijos y nietos.

Agustín Rubiales entiende bien a los pobres porque él también lo fue. En su juventud, cuando ya estaba casado y con hijos, pasó momentos en los que no tenía para comer.

Una vez le pidió dinero prestado a un conocido, que le dijo que le ayudaría, pero no lo hizo. Acudió a un almacén que estaba en la esquina de Virgili y Soledad: Alimentación Bar La Julia. Llegó con los ojos muy tristes, a punto de llorar. “Cómo me vería esa mujer, para preguntarme: “¿qué es lo que necesitas?”, recuerda él. Le dio leche y otros alimentos. Le dijo que se lo pagara cuando pudiera. Él así lo hizo. Años después, un día robaron en esa tienda. El autor fue un delincuente de la Viña, que la dejó desabastecida. Agustín le prestó 500.000 pesetas a la mujer que le había ayudado, para que pudiera abrirla de nuevo. Ella, cuando pudo, le devolvió esa cantidad.

Aunque pasara necesidades, malos momentos económicos, situaciones difíciles, Agustín Rubiales ayudaba a quien pudiera, dándole lo que tenía.

Tiene un gran corazón para ayudar a los demás. Es un hombre admirable, que lo pasó muy mal en otros tiempos, que se hizo a sí mismo como constructor, pero que nunca olvidó sus orígenes y ayuda siempre que puede. Su biografía es un mensaje de esperanza. Con esa profesión de albañil, fontanero … empezó a mejorar sus ingresos. Trabajaba para el patronato de casas militares. Así empezó a ahorrar y a madurar el proyecto que cambiaría su vida: crear su empresa de construcción.

Su ayuda a los demás ha sido constante y no tiene límites. El caso más mediático fue el de Joaquín y Josefa, aquellos mayores de Sevilla, desahuciados por su propio hijo. A él le dolió, porque también fue desahuciado de la Casa Lasquetty en su juventud. Les ofreció un piso en Santa María, 8 (esquina a Teniente Andújar). En otros tiempos había allí un almacén donde adquiría alimentos de fiado para su familia. Pasados los años, compró el edificio a la misma persona. A esa casa fue también la familia desalojada en Benjumeda, 35. Se enteró porque era el primer desahucio del nuevo Ayuntamiento, en junio de 2015.

Otro ejemplo, el de José Manuel Delgado, un sin techo de la plaza de las Tortugas operado de un tumor, tras conocer su caso. Agustín se enteró de su historia por el Viva Cádiz y no se lo pensó ni un momento: “Te das cuenta del calvario que ha pasado y me fui directo al hospital para ver qué pasaba”.

Cuando el empresario gaditano apareció por la puerta de la habitación de la Clínica San Rafael con las llaves de una casa en la mano, José Manuel no pudo contener las lágrimas y no tenía ni palabras para agradecer la bondad de ese hombre al que acababa de conocer, le ofreció un piso en la calle Pericón de Cádiz, donde había vivido María la de la Yerbabuena. Su cara de felicidad era increíble. Sólo vivió allí un mes y medio, hasta que falleció. Pero falleció con un techo digno, objetivo de Rubiales.

En la oficina que tiene en la calle Hospital de Mujeres, no es nada raro ver gente haciendo cola para que Don Agustín Rubiales le ayude a pagar recibos pendientes de luz, agua, solucionarle algún problema… la cara amable de la solidaridad de Cádiz, siempre tiene un gesto humano de ayuda.

Como el caso de una chica con cáncer de mama, que no tenía vivienda y Don Agustín, nuevamente le ofreció un piso para que pudiera vivir dignamente.

O al laureado escritor de Carnaval, Don Pedro Romero Baro, grandioso escritor de comparsas, que muy necesitado, al final de sus años de vida, le arregló el cuarto de baño para su comodidad, ayudó en el pago de luz, agua y en su ingreso en una residencia de ancianos para que termina sus días dignamente… luego aparecieron los reconocimientos a Don Pedro.

Son muchas las historias emocionantes que se pueden contar del 'gran hombre solidario de Cádiz', siempre con una sonrisa y una mano amiga, que tiene el reconocimiento de Cádiz.

No es nada raro verlo recoger en su propio coche a Personas Sin Hogar y llevarlos al hospital.

Como pueden comprobar, Don Agustín no tiene límites… quien le reclame, tiene su apoyo, ya sea para participar y colaborar con actos benéficos de Cofradías y Hermandades de Semana Santa, como el Carnaval… la mano amiga, la sonrisa afable, el corazón en puro estado de amor al prójimo.

 


 

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